El 8 de marzo hizo vibrar, una vez más, las calles de Rosario, del país y del mundo. En ese marco, miles de mujeres y disidencias marcharon y se movilizaron al pedido de igualdad, justicia y aclarando, como todos los años, que "feliz será el día que no falte ninguna". Crónica de un Día Internacional de la Mujer en una ciudad atravesada por la violencia y la narcocriminalidad: tres testimonios que se sintonizan en el hartazgo, en el anhelo de un futuro que no niegue derechos sino que los goce y en un Estado ausente.
La convocatoria era a las 17 en plaza San Martín. De camino, por calle Dorrego, a la altura de Catamarca, ya se podía ver el glitter, los carteles y los pañuelos. De la mano, en grupos o solas, pero todas iban hacia un punto de encuentro a acompañarse, a pedir justicia y a gritar. Un grito colectivo que, año tras año, sigue exclamando “paren de matarnos”.
Lo que mi abuela no pudo decir
En la intersección de Dorrego y Urquiza una chica de no más de 20 años, vestida de lila y con una corona de flores, escribió en un cartel: “Hoy grito lo que a mi abuela le hicieron callar”. Su nombre es Victoria. Hablaba de Graciela Príncipe, asesinada por 11 puñaladas en las inmediaciones de la Terminal de Ómnibus en 2016.
Fue en el 2018 que condenaron al femicida a 25 años de prisión, y según contó la joven con un brillo casi indisimulable en sus ojos, a partir de esa sentencia pudo "dormir en paz”.
Salvan vidas pero a ellas ¿quién las cuida?
Algunos carteles se convirtieron en abanicos y los puestos de hidratación no daban abasto. Es que el calor agobiante no dio tregua pero nada frenó la marea violeta y verde este miércoles en Rosario.
-“Queremos trabajar seguras”, pidió Yolanda Senisse, delegada del Heca.
Lo cierto es que la inseguridad y la violencia que enmarca a la ciudad no pasa inadvertida en los centros de salud públicos de Rosario. “Pedimos que nuestros hospitales sean un lugar libre de violencia, que nos protejan, que haya policías. Hoy por hoy en el Heca no tenemos protección en las garitas”, describió.
“Trabajamos en ese contexto. Todos los hospitales de la red municipal carecen de seguridad”.
Con un ambo color rosa y los puños bien apretados sin soltar en ningún momento una bandera que pedía justicia por una compañera, Yolanda contó que desde el rubro se sienten abandonadas por el Estado y aseguró que “hay poco amparo”.
“Somos negras y resistimos”
Fue lo que entonaron casi al unísono quienes marcharon por el bloque anti racista de Rosario este 8M.
Mujeres, disidencias e identidades diversas, negras y afrodescendientes se hicieron presentes en la movilización para reivindicar sus derechos y recordarles, a quienes parecen olvidarlo, que la discriminación y el racismo no cesa.
“Hay una deuda y una reparación histórica que nos debe el Estado por el reconocimiento de nuestra existencia y de nuestros cuerpos”, dijo Gisella, llegando a calle Buenos Aires.
Mientras tanto, el calor no daba el brazo a torcer y era casi imposible resistirse a una gaseosa o cerveza helada. “La sangre de las mujeres se reveló”, gritó una compañera.
“Marchamos por el racismo que vivimos todos los días, porque nos sigue matando y nos sigue excluyendo. Nos impide conseguir trabajos dignos. Marchamos porque cuando entramos a un local nos siguen adentro por nuestro color de piel”.
“Bajen las armas que aquí sólo hay pibes jugando”
La movilización de este miércoles no pude ser ajena al presente en materia de inseguridad que azota a Rosario y tambien se exclamó por las infancias libres y seguras.
El sol bajaba y el calor parecía ceder. Entre abrazos y cantos, la multitud arribó al Monumento Nacional a la Bandera y cerca de las 20 se leyeron las proclamas. El agite era casi inmediato ante cada pedido. Y uno de ellos, al final, fue por Máximo, el nene asesinado en Empalme Graneros.
“Paramos porque nos mueve el deseo de transformar la realidad, de inventar otro mundo. Paramos porque la narcocriminalidad se sigue llevando las vidas de nuestras niñeces. ¡Justicia por Máximo!”
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