Así como el cuerpo tiene memoria de nuestras vivencias y traumas, la ciudad también recuerda. La cuadrícula de calles, plazas y edificios, junto a sus interminables modificaciones, es el soporte físico de la historia de una sociedad. A 40 años de la guerra por las Islas Malvinas, Rosario3 recorrió algunos de los homenajes a los caídos y sobrevivientes de esa batalla.
¿Qué nos dicen hoy esas marcas del horror? ¿Cuál es su relación con quienes habitan esos lugares? Un mapa y ocho escenas diversas que conforman una memoria colectiva.
Plazoleta 2 de Abril
En la avenida Presidente Perón al 3800, Carolina espera que su hija salga del jardín Floriano Zapata que está enfrente. Se sentó en un escalón de la plazoleta 2 de Abril, un triángulo con monolito y mural que recuerda a los ex combatientes de Malvinas. No prestó atención a que detrás de ella está la placa que recuerda a los soldados de Rosario que perdieron al vida en el conflicto bélico de 1982.
En realidad, son dos: la primera es de 1983 y tiene siete nombres. En enero de 2021, cuando se recuperó y restauró el lugar, se añadió una segunda placa que agrega seis víctimas más porque en total fueron trece. Son Alberto Aguirre, Oscar Álvarez, Jorge Cicotti, Sergio Desza, Daniel Esturel, Felipe Gallo, Juan Gregori, Roberto Lobo, Saverio Maragliano, Aldo Patrone, Héctor Rolla, Soriano Sotelo y Alfredo Vázquez.
Es valioso como en el homenaje quedó inscripto, como una capa histórica, el olvido al que fueron sometidos los ex combatientes durante muchos años. El texto denuncia que los nombres añadidos son "una muestra más de la falta de información de esa época". Señalar el proceso de "desmalvinización" de la postdictadura forma parte del ejercicio de memoria.
Dato aparte: las bolsas de basura acumuladas entre las hojas y botellas, y hasta una campera y una bolsa vacía de harina de trigo de 25 kilos tiradas debajo del mural de Rubén Pérez Barrios no invitan a quedarse en la plazoleta.
Las cinco soldados y la emoción de María Esther
En Rouillón al 4150, hacia el oeste, está el barrio de chalets con techos verdes inaugurado en 1999 que creció con los años y tiene una particularidad: los viejos nombres de calles con números fueron cambiados por los de quienes dieron sus vidas en las islas del sur.
El año pasado, el Programa de Señalética de Marcas de Memoria de Rosario, de la Dirección de Derechos Humanos, reforzó ese mensaje y colocó las placas en las esquinas que explican quiénes eran esos soldados: Teniente Aviador Militar Vázquez, Cabo Primero Gregori, Suboficial Primero Lobo, Soldado Rolla y Cabo Segundo Maragliano.
María Esther Di Pietro vivía en la calle 1842 que después pasó a ser Lobo. La señalética recuerda que fue un rosarino tripulante del Crucero ARA General Belgrano. "Murió el 2 de mayo de 1982 cuando el buque argentino fue hundido por la fuerza enemiga. Defendió la soberanía nacional", indica.
Aunque su vecino Nahuel dice que el barrio se llama "Libertad", la mujer asegura que esa fue "una cosa de los políticos y que el nombre original es Malvinas porque a este lugar vinieron y se mudaron maestros y ex combatientes". El catastro municipal, sin embargo, informa que el barrio Las Malvinas está en la zona norte de la ciudad (ex Refinería). Pero María defiende su tesis y empieza a señalar dónde viven, aún, otros ex combatientes.
"Casafús está en la esquina, Rueda a la vuelta, Espinoza un poco más allá", resume y cuenta que muchos otros se fueron pero que el barrio está atravesado por el recuerdo de la guerra. A sus 68 años se la nota enérgica y dirige el centro de jubilados "Talita Cum" (en arameo es "Niña, levántate"). Pero al hablar de Malvinas se afloja, dice que es una marca inolvidable al punto que ella cumple años el 2 de abril y de golpe se emociona. ¿Por qué se le humedecen los ojos?
–Porque las Malvinas son nuestras.
En la esquina de Espinosa y Lobo hay un mural. En la otra, casi Teniente Aviador Alfredo Vázquez, se robaron la lámina de bronce y el monolito de cemento quedó obsoleto y escondido debajo de la rama de un árbol. Más allá está la plaza: Gesta de Malvinas.
Dos plazas distintas y el recuerdo a una víctima de la pandemia
Daniel Brito, veterano de Guerra de Malvinas, fue una de las víctimas de la pandemia de coronavirus. Era el encargado de manejar el camión con el que el Centro de Ex Combatientes realiza tareas solidarias y murió el 25 de mayo de 2021. Tanto esa agrupación como Generación Malvinas (que reúne a hijos e hijas) impulsaron un reconocimiento.
Como vivía en el pasaje Hutchinson, en barrio Acíndar, el Concejo aprobó el cambio de nombre. La ordenanza fue promulgada el 8 de septiembre de 2021: un tramo de Hutchinson es desde entonces “pasaje Daniel Brito”.
Además, el próximo viernes 1º de abril la Municipalidad avanzará con la “Señalización en memoria de soldados caídos” del pasaje Cabo Primero Daniel Esturel (ex Pasaje Inglaterra, French al 1600) y el pasaje Cabo Principal Oscar Álvarez (Rondeau y Sorrento).
Más al sur, en Ayacucho al 4700, el Parque Héroes de Malvinas es un oasis para quienes hacen ejercicio. Mujeres cortan el pasto con pala para que no invada la bicisensa. Salvo por un cartel, no hay mayores referencias a la guerra en ese espacio frente al imponente Museo del Deporte Santafesino.
En la otra punta de la ciudad, en la parte norte de La Florida, la plaza “Soldado Clase 62 Sergio Raúl Desza” aparece como una contracara. Es más chica y austera pero está sobrecargada de recuerdos. En primer lugar al propio Desza, el último soldado en morir, el 14 de junio de 1982, dos horas antes de que las tropas argentinas se rindieran en la guerra del Atlántico Sur. Desza era del barrio y su hermana, Gabriela, aún vive a una cuadra de la plaza.
El espacio también recuerda a todos los caídos rosarinos, con un mural de Noke, y cada 2 de abril se realiza uno de los actos oficiales.
La escuela que cambió su historia y los ex Combatientes
En Provincias Unidas 3302, la escuela técnica 547 necesitaba un nombre. La comunidad debatió y se presentaron proyectos: Doctor Favaloro, Democracia Argentina o Islas Malvinas. De la exposición de los alumnos surgió una idea: mejor que Islas Malvinas que parecía aludir a la locura bélica desatada por la dictadura cívico militar sería “Héroes de Malvinas”.
Esa fue la propuesta más votada y desde 2013 esa identidad marcó su camino. “El 2 de abril es el día de nuestra escuela”, resume Gustavo Filippi, profesor y delegado de los docentes. Julio Barreto, el director, afirma que cada año se preparan actos o charlas y “es impresionante el respeto absoluto de los chicos y cómo escuchan a los ex combatientes”.
Julio relata que el año pasado se llenó el SUM porque estuvo un ex soldado rosarino que narró su experiencia en la guerra. Dice que los chicos lo abrazaban, se sacaban fotos, pero no recuerda su nombre. “Fui yo”, aclara el propio Fernando Vitale, uno de los héroes consultados por Rosario3 para esta nota; además de los veteranos Julio Más y Claudino Chamorro (referentes del Centro de Ex Combatientes de Ayacucho al 1477) y Ever Arnoldo (periodista e integrante de Generación Malvinas).
Por su parte, Gustavo y Julio, docente y director de la hermosa escuela con salida de Maestro Mayor de Obra, reconocen que no tenían una relación especial con Malvinas. Desde aquella votación por el nombre de la escuela, la llegada del 2 de abril los conmueve.
De generación en generación
El Monumento a los Caídos de Malvinas, sobre el Parque a la Bandera en la la costanera central, es el más impactante de los homenajes. Es un cenotafio: una tumba o sepulcro sin cuerpo con los hombres de todos los fallecidos en el enfrentamiento militar con el Reino Unido. Por ese significado dolieron tanto las pintadas de barras de la Universidad de Chile en 2016.
La estructura señala los 2095,44 kilómetros que separan Rosario de Puerto Argentino en las islas y enfrente, sobre el costado este del Monumento a la Bandera, resalta la frase de Manuel Belgrano: “Este será el color de la nueva divisa con que marcharán al combate los defensores de la Patria”.
Malvinas no escapa a la lógica de las (al menos) dos ciudades en una. El más distintivo de los monumentos se luce en el centro aunque la mayoría de los recuerdos están en los barrios, donde en general vivían los soldados caídos.
Entre los “héroes combatientes de la ciudad” que rescata el cenotafio está, por ejemplo, "Casafús Rito Gustavo", el vecino de María Esther en zona oeste. Y la parte central está dedicada “a los que viven en Malvinas”, como Lobo o Esturel o Desza, y otros casi 650.
A este lugar llegan Noni y Rubén con su nieto Mateo, de 7 años, que hace tres se fue a Europa con sus padres.
–Hace mucho mucho tiempo vinieron los ingleses y se robaron las Islas Malvinas porque dijeron que estaban desocupadas. Y hace 40 años, Argentina llevó un Ejército pero no se pudo recuperar.
–¿Y esto es la isla? –le pregunta Mateo a su abuelo por la figura montada en el centro del monumento.
–No, es una representación.
Mateo se queda tocando el mármol y Rubén se adelanta a revisar los nombres. Noni cuenta que aprovecharon para pasear. Y mientras el sol calienta la mañana rosarina junto al río, el ejercicio de memoria se echa andar de generación en generación.
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